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Los egipcios son hombres y no Dios;
sus caballos, carne y no espíritu;
de manera que al extender Jehová su mano,
caerá el ayudador
y caerá el ayudado.
Todos ellos desfallecerán a una.

Jehová me habló de esta manera:
«Como al león
o al cachorro de león que ruge sobre la presa
no lo espantan las voces
de una cuadrilla de pastores que se reúne contra él,
ni se acobarda por el tropel de ellos,
así Jehová de los ejércitos descenderá a pelear
sobre el monte Sión y sobre su collado.
Como las aves que vuelan,
así amparará Jehová de los ejércitos a Jerusalén,
amparando, librando, preservando y salvando.»

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